Skins

Por Manuel Marijuán (grupo 130, curso 2016-17)

Skins (2007-2013) fue una serie adolescente británica que tuvo un gran impacto en las generaciones jóvenes del momento y que además fue precursora de otras series sobre problemas adolescentes como drogas, bullyng, identidad sexual y de género, trastornos mentales, etc. Una de las principales razones por las que triunfó la manera realista de rodar y de centrar todo desde la perspectiva del adolescente y de sus problemas, dándoles una importancia dentro de la sociedad que hasta entonces no muchos formatos se lo habían dado.

En dos de las temporadas, aparece un personaje llamado Francesca Fitzerald (16). Esta chica fue adoptada por una familia homoparental cuando tenía 7 años. Durante la primera temporada en la que aparece, Franky se enfrenta ante un reto de identidad de género y sexual, no tiene nada claro. Viste de una forma normativamente catalogada como masculina y actitudes parecidas, además se ve que siente atracción sexual hacia ambos sexos. Tiene una vida y una forma de pensar muy alternativa comparada con el resto de sus iguales. Por estas razones sufre un gran rechazo y acoso por parte de sus compañeros de instituto, que en realidad la repulsan por miedo y desconocimiento, como se ve en la serie. Poco a poco la van aceptando y mediante esta aceptación de sus iguales Franky va teniendo más claro su género y sexualidad.

Al principio, muestra mucho respeto hacia sus padres, pero no un cariño o una relación de apego demasiado intensa. Podemos decir que esto se debe a que fue adoptada en un periodo tardío a la formación de apego y de conductas (fue criada en un centro de acogida de los suburbios de Londres). También se ve en la serie que el hecho de que sus padres fuesen homosexuales no condicionó a Franky en sus disyuntivas sexuales, éstas venían de antes y sus padres solo le apoyaban en todo lo que decidiesen. Poco a poco, mientras iba decantándose por una sexualidad y un género y fue aceptada por sus amigos, la relación con sus padres cambia drásticamente. Conforme se va introduciendo en las drogas, el alcohol y círculos malsanos empieza a tratar peor a sus padres y a tener problemas serios con ellos. En ningún momento tiene remordimientos hacia ellos claros, esto puede deberse a que esos lazos de apego no se llegaron a formar de forma clara y consistente.  Además del caso de Franky, en la serie se ven muchos más casos como el de Cassie, que tiene trastornos alimenticios y depresión y Effy que es bipolar. Por esas razones, por lo crudo que es y los temas que trata (aunque en algunas situaciones un poco alejado de la realidad o exagerado) recomiendo esta serie a mis compañeros.

Tenemos que hablar de Kevin

Por Lara Pazos (grupo 130, curso 2016-17)

En este post vamos a tratar y a analizar la película Tenemos que hablar de Kevin desde diferentes teorías del desarrollo entre las que encontraremos la teoría ecológica, teoría del aprendizaje (cognitivo-social) y del condicionamiento clásico. Antes de empezar con los distintos análisis, vamos a hablar un poco del argumento central de la película. En ella podemos encontrar dos personajes principales: Kevin y Eva, la madre de Kevin. Y dos personajes secundarios: Franklin, el padre de Kevin y Celia, la hermana de Kevin. Kevin es un adolescente responsable de una serie de asesinatos cometidos en su escuela.

Desde el punto de vista de la teoría ecológica, donde, como hemos visto a lo largo del curso, se proponen 5 sistemas ambientales diferentes, podemos encontrar con que la familia de Kevin forma su propio microsistema y la interacción entre estos individuos formaría el mesosistema, pues la relación existente entre los padres de Kevin y entre ellos y su hermana influyen directamente en el desarrollo humano de Kevin. En cuanto al exosistema podemos ver que el más influyente es el trabajo del padre, pues debido a ello tienen que mudarse a Nueva York, y este cambio afecta a Kevin. El cronosistema lo podemos encontrar a lo largo de su vida.

Si nos ponemos en el lugar de Bandura y su teoría cognitivo-social en la cual se defendería que el niño aprende por imitación, podemos ver que Kevin se comporta igual con su hermana que como se comportaba su madre con él antes de que Celia naciera. Eva siente que pierde toda su libertad al tener a Kevin, y esto se ve reflejado en sus actos con él y en su manera de cuidarle; al nacer Celia, Kevin se siente celoso al ver cómo su madre se comporta de forma diferente, a ella la cuida y la quiere, entonces Kevin recuerda cómo eran tratado él de pequeño y acto seguido se acerca a Celia con los dedos mojados y le moja la cara, haciéndola llorar. Los padres de Kevin desaprueban esta actitud y lo castigan mandándole fuera de la habitación.

Otra teoría que podemos ver reflejada en la película es la del condicionamiento clásico, cuando Kevin aprende a usar el inodoro. Cada vez que Kevin manchaba los pañales, Eva iba a cambiarselos, es decir, asocia ensuciar los pañales con su madre, y como esta le desagrada, manchar los pañales acaba siendo desagradable para él. Además, en otro momento, al manchar los pañales Eva lanza agresivamente a Kevin, y este se rompe el brazo, asociando así el manchado del pañal con la roptura del brazo. Tras estas asociaciones condicionadas, Kevin decide aprender a usar el inodoro.

Estas son algunas teorías que se pueden ver en la película, pero quedarían muchas más por analizar. Es una película muy interesante desde el punto de vista se la psicología del desarrollo, y por ello se la recomiendo a todas las personas que lean este post.

Juanito y el Desarrollo

Por Ainhoa Carrón (grupo 130, curso 2016-17)

Leyendo a Jorge Mendoza me he encontrado con un pequeño relato que resumen muy bien lo que podría ser el desarrollo de una persona. Yo soy de las que piensa que la literatura nos puede enseñar grandes cosas o al menos ayudarnos a replantearnos convicciones que todos tenemos dentro, por ello quería compartirlo con vosotros. Al nacer Juanito no existía como tal, no había nadie que dijese, pensase o sintiese «ser Juanito». Simplemente existía un ser en total sintonía con el medio ambiente. Se sentía fusionado con todo lo que le rodeaba y en particular con su mamá. Para él: ella y él eran lo mismo. Respondía sensiblemente al medio que lo rodeaba, se sentía parte de todo.

Conforme fue creciendo se vio envuelto en un gran dilema: en primer lugar dejó de sentir que él y su madre eran uno solo, que formaban una misma entidad inseparable y, lentamente fue dándose cuenta de que él y ella formaban dos entidades separadas y diferenciadas… esto ocurrió de forma gradual por supuesto, no fue de sopetón, sino que sucedió poco a poco, lentamente… Ahí fue conociendo y tomando forma algo que ahora nos parece muy familiar. Dos palabras de inmensa importancia en nuestras vidas: «Yo» y «Tú».

Primeramente Juanito comenzó a llamar «Yo» a su cuerpo, sus brazos, pies, labios, etc. pero lueguito más delante se dio cuenta que sentía muchas cosas, se enojaba, reía, lloraba, sentía placer al comer o defecar, etc, entonces lentamente fue poniéndole «Yo» también a esas sensaciones que vivía por dentro y… más tardecito comenzó a darse cuenta que podía ir a muchos mundos, estar en tantos sitios como quisiera, hacer infinidad de cosas con tan sólo imaginarlas y pensar en ellas y ni tardo ni perezoso llamó «Yo» a esos pensamientos, imaginaciones y sueños que tenía. Ese «Yo» iba creciendo y tornándose más y más complejo a medida que crecía y se relacionaba con su entorno inmediato, en especial con sus padres.
A cierta edad Juanito se vio en un dilema terrible, en una disyuntiva enorme, como si con unas tijeras invisibles hubiesen cortado su cuerpo en dos… Ciertas cosas que gustaba hacer no eran permitidas ni aceptadas: llenarse de lodo, romper los platos, gritar y reír a todo pulmón, correr por la casa. Comenzó a darse cuenta que por algunas cosas que realizaba era premiado y por otras, a veces hasta por las mismas, era castigado… Juanito no entendía porque no podía hacer lo que quería, lo que le daba la gana. Tenía ganas de llorar y su papá le decía: «los niños no lloran» Tenía ganas de gritar o de reír y su mamá de decía: «silencio, tu papá está trabajando» etc… Podría alargar el cuento inmensamente, pero vale decir únicamente que Juanito inmerso en este problema tuvo que escoger entre actuar o hacer unas cosas que no deseaba pero que lo calificaban de «bueno» y entre otras que lo calificaban de «malo». Tuvo que ceder gran parte de su vida en aras de no perder el amor, la aceptación y la valía a los ojos de sus seres amados, aquellos que en ese momento le parecían dioses que todo lo sabían, todo lo podían, todo lo hacían.

Juanito creó una estrategia adaptativa o contra manipulativa, es decir: un caparazón que le permitiera defenderse de lo que consideraba peligroso y la vez relacionarse con el medio y conseguir ser querido y aceptado. Construyó un personaje de ficción, acorde a lo que él creía le ayudaría a conseguir sus deseos o a no sentir tan duramente la frustración de no poder realizarlos; uno muy bueno, muy eficaz: toda una obra de arte que le ayudaba a relacionarse con su entorno inmediato y a conseguir en parte esa consideración positiva que necesitaba, o al menos, a no sentirse tan mal por no obtenerla. Lentamente y con el paso de los años fue perfeccionando su estrategia, agregándole colorido e identificándose con ese personaje de tal forma que desde entonces lo llama «Yo».
Con el transcurrir del tiempo, 20, 30, 40 o 50 años después, Juanito descubre información nueva que le permite darse cuenta que su forma de concebir, sentir y encarar la vida no es toda la realidad ni la única que existe. Que en el proceso de la formación de su personalidad, la misma que le ha permitido sobrevivir e interactuar con el medio ambiente, perdió o dejó de lado muchos talentos y virtudes y un mundo lleno de posibilidades. Se da cuenta que existen muchas formas de ver, sentir e interpretar la vida. Que cada ser humano la filtra e interpreta de forma distinta y que, sin embargo, comparte con los demás un cierta estructura en común.
Dicha estructura puede diferenciarse dentro de una de las nueve formas o estrategias distintas de encarar la vida y lo mejor de todo: descubre que es posible conocer cuál es el personaje, guión o libreto que ha venido representando durante toda la vida; y no sólo reconocerlo sino abrir un abanico enorme de posibilidades: para relacionarse, para actuar y desenvolverse, para responder de forma distinta a como lo ha venido haciendo durante mucho tiempo creyendo erróneamente que esa era la mejor forma de vivir; la única que existía. Recuperando así, la frescura, vitalidad, flexibilidad y espontaneidad en la forma de organizar y responder a la vida. Dicho de otra forma, pasa a ser director de la obra en lugar de ser un mero personaje.

Juanito comienza a darse cuenta que gran parte del sufrimiento que ha experimentado ha sido producto de la desconexión de si mismo, y por no saber quién es en realidad y vivir de acuerdo a una estrategia que en la infancia y en algún momento en especifico resultó de mucha utilidad pero ahora se ha vuelto obsoleta: le restringe, constriñe, encorseta y no le permite respirar. Y además, se da cuenta que la inmensa mayoría de los seres humanos están viviendo de la misma forma: representando un personaje que creen son ellos mismos. Lo cual no le da alegría porque ya sabemos que «mal de muchos es consuelo de tontos». Entonces Juanito comienza a entender todo el cúmulo de experiencias que conforman su vida desde otra perspectiva y quizá a través de sumergirse en sí mismo, de Auto-conocerse y reconocer su patrón habitual de conducta pueda poco a poco ir despejando el camino y abriéndose hacia nuevas posibilidades de responder y responsabilizarse de sí mismo y de su vida. Puede que se dé cuenta y tome conciencia de que muchas de sus insatisfacciones provienen de responder de la misma forma a situaciones enteramente distintas, en lugar de hacerlo de forma sensible, espontánea y libre. Tal vez entonces a través de ensayar en su propia vida, cambiar el rumbo, virar un poco… su vida comience a mostrar resultados más enriquecedores… En esas anda Juanito, probando formas alternas de relacionarse, de mirar y concebir el mundo, de sentir, vivir y expresarse.