Por Alejandro Escribano (grupo 130, curso 2015-16)
Hace poco me dijo una persona que yo cuando empecé la carrera era un poco inocente. Creo que mucha gente esto se lo hubiera tomado mal, pero para mí significó un elogio que me llevó a replantearme mi auto-concepto. De ahí yo entendí que si antes era inocente, ya no lo soy, por lo que es un progreso, y cualquier mejora personal que consiga la valoro positivamente.
Yo era inocente porque había cosas que no sabía, cosas que ignoraba y que no me había parado a replantear, era un ignorante. Ahora bien, pensándolo un poco más, sigo considerándome un ignorante, todo el mundo lo es en cierta medida, solo que no todo el mundo se da cuenta. No quiero parecer Sócrates con su “solo sé que no sé nada”, yo sé muchas cosas, pero son incontables las cosas que no sé (posiblemente a esto último se refiriera el filósofo con su famosa frase). En realidad, creo que nunca voy a dejar ser ignorante, en el sentido de que siempre podré aprender algo, siempre habrá cosas que desconozco, cosas que no me he planteado o puntos de vista que todavía no he podido percibir. Ser un ignorante es genial, a pesar de su sentido peyorativo.
Mucha gente cree que sabe mucho, yo creía que sabía mucho. Algunos piensan que han vivido de todo, les encanta aconsejar a la gente porque ellos saben ya sobre ese asunto, creen que saben de todo y muchas veces eso hace que no aprendan nada más. La gente suele equiparar la edad al desarrollo personal, parece que hay una determinada edad para que una persona pueda entender determinadas cosas y pueda hablar sobre ciertos temas. He escuchado mil veces: “Si tú supieras lo que he vivido yo”, “cuando llegues a mi edad me entenderás”, “deja que yo te aconseje que soy perro viejo”, “aun eres joven para entenderlo”. Incluso se atreven a determinar los sentimientos de otro ser humano cuando le dicen a un adolescente “eres todavía muy joven, eso es la tontería que tienes ahora”, “eso no es amor”, “algún día sabrás lo que es estar enamorado”, acompañado de esa sonrisa, con ese pensamiento de “tú no tienes ni idea y yo sí”. Viven en una burbuja desde la que creen haber visto todo, pero en realidad solo consiguen ver lo que hay dentro de ella. No son capaces de pensar que a lo mejor no lo saben todo, que quizás existen otros puntos de vista y otras formas de vivir, están cómodos con lo que saben y creen que no hay nada más. Ellos no se consideran ignorantes, continúan estáticos, ignorando su ignorancia, lo que les impide progresar.
Desde pequeños nos limitan lo que debemos saber, sobre qué debemos hablar, qué debemos hacer e incluso qué debemos opinar. Nos dan a entender que el que es diferente es raro, el que piensa diferente no tiene ni idea, los que hacen cosas que no van a acorde a su edad son unos irresponsables. Parece que la edad representa a la persona y lo que la sociedad ve positivo es que seamos quien tenemos que ser dependiendo de nuestra edad, porque es lo que hace la mayoría, es lo que supuestamente hay que hacer. De pequeños, en vez de explicarnos las cosas, nos dicen: “son temas de mayores”, nos limitan cuándo y cómo debemos entender las cosas. Cuando tenemos la edad que hay que tener para poder pensar sobre algo, nos enseñan cómo debemos pensar, limitando nuestra libertad para entender el mundo y vivir en él como nosotros querríamos hacerlo. Además, existen términos con connotación positiva para denominar a esas personas que viven como hay que vivir, saben lo que hay que saber y hacen lo que hay que hacer, los que son quien la edad dice que sean, los que no se salen de los patrones y consiguen asentar su vida como mucha gente pretende hacerlo… solemos decir que son personas maduras y responsables. Yo tenía un concepto de madurez equivocado, lo entendía como la gente lo entiende, antes consideraba que ciertas personas eran maduras, ahora mi visión sobre esas personas ha cambiado.
Soy un ignorante. Hay un montón de cosas que me quedan por conocer, así como un montón de formas diferentes de ver las cosas que ya conozco. Estoy orgulloso de haberme dado cuenta de que estaba equivocado, espero equivocarme muchas veces más y seguir aprendiendo, espero que mi desarrollo personal no se limite por pensar que he tocado techo. Quiero pensar que mi potencial de progreso es infinito, puede que así nunca deje de progresar. No estoy en la cima, pero he ascendido a un sitio donde todo se puede ver mejor. Sinceramente, espero que no haya cima.